[Isaías 3:1-4:6] – Como la nuestra, la sociedad en el tiempo de Isaías estaba en descomposición. Líderes inmaduros, inestables, incapaces e incompetentes estaban llevando a la nación al caos. El orden social también estaba en recesión. Lo peor de todo era la degradación moral del pueblo, el pecado que en otros tiempos avergonzaba, ahora se exhibía con orgullo, ya fuera por la superstición, el materialismo, la idolatría, la sensualidad o la autoestima, el juicio de Dios para limpiar a su pueblo de todo este pecado estaba cerca. Pero en medio de este oscuro panorama surge la promesa de Dios de que, tras talar el árbol de su fortaleza, Dios mismo haría brotar un renuevo de justicia. De ese mismo pueblo decadente, Dios haría nacer un vástago de vida, el Mesías prometido, el Señor Jesucristo.


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