[Isaias 22:1-25] – Después de pronunciar sendas profecias con respecto a naciones cercanas y lejanas a Judá, advirtiéndoles sobre el juicio de Dios por sus pecados, Isaías se dirige a Jerusalén en representación de toda la nación para advertirles del juicio que también caería sobre ellos. La respuesta inmediata es de escapismo, de vivir como si no hubiera un mañana. Sin embargo, el corazón del profeta se quebranta al considerar la tragedia que se cierne sobre sus compatriotas. En medio de estas tinieblas surge la figura del Mesías, Aquel que tiene la potestad para dar vida o enviar a los hombres al infierno.
"A Dios Sea la Gloria"
